viernes, 28 de julio de 2017

CHILE: Celebración del día de San Ignacio en regiones



A continuación les dejamos el horario y ubicación de las misas que se celebrarán por el día de San Ignacio en las diferentes ciudades del país:
Arica
Domingo 30 de julio a las 20:00 hrs. en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, ubicada en Av. Tucapel 2518. La Eucaristía será presidida por el obispo Moisés Atisha.
Antofagasta
Domingo 30 de julio a las 11:00 hrs. en la capilla del Colegio San Luis, ubicado en Baquedano 855.
Valparaíso
Domingo 30 de julio a las 12:00 hrs. en la capilla de la Casa de Ejercicios, ubicada en la calle Eusebio Lillo 447. Organiza la Red Apostólica Ignaciana (RAI).
Padre Hurtado
Domingo 30 de julio a las 11:30 hrs. en la Parroquia San Ignacio, ubicada en camino San Alberto Hurtado 2138.
Además, durante todo el mes los equipos pastorales y capillas de la Parroquia hacen diversas actividades, desde carros alegóricos y ver una película con sentido, hasta la visita a hogares de ancianos y salidas por la noche buscando y sirviendo al Cristo de la calle.

Concepción
Domingo 30 de julio a las 11:30 hrs. en el Colegio San Ignacio, ubicado en la calle Los Batros 2350 en San Pedro de la Paz. La misa la preside Monseñor Fernando Chomalí. Organiza la Red Apostólica Ignaciana (RAI).
Tirúa
Lunes 31 de julio a las 18:00 hrs. en la capilla Nuestra Señora de Lourdes. En esta ocasión, los animadores de la comunidad cristiana renovarán su servicio.
Osorno
Domingo 6 de agosto a las 11:30 hrs. en las dependencias del Colegio San Mateo será la celebración central con los amigos, colaboradores y miembros de la Red Ignaciana de la ciudad.
La Eucaristía para la comunidad escolar del Colegio San Mateo será el miércoles 2 de agosto durante la mañana.

Puerto Montt
Domingo 30 de julio a las 19:30 hrs. en la Iglesia San José de los padres Jesuitas, ubicada en el centro de la ciudad. Organiza la Red Apostólica Ignaciana (RAI).
Jesuitas

Modernidad y tradición ignaciana (I) por Juan Antonio Senent


UN Peace window by Chagall

Augusto Hortal recordaba cómo el fundamentalismo comenzó siendo una respuesta de algunas tradiciones religiosas occidentales ante la erosión de su mundo por el avance de cierta modernidad. Sin embargo, caben otras posibilidades de reacción que no sean acríticas, dogmáticas o que conduzcan incluso a la violencia. De hecho, los sujetos que se sitúan en las tradiciones religiosas pueden compartir un diagnóstico con otros sobre los desafíos o las carencias antropológicas de cierto desarrollo cultural moderno. Y a su vez, tratar de contribuir al enfrentar esas carencias desde sus propias tradiciones de modo razonable, pacífico y convivencial.

Situación y problema de partida

El diagnóstico del que partimos, y al que otros antes han llegado, es que esta­mos en una crisis civilizatoria que convoca nuestra responsabilidad para tratar recrear otras matrices culturales que enfren­ten o traten de en­frentar los déficits actuales de la civilización hegemónica globa­li­zada.
Así, entre estas notas, que constatan la in­digencia que acarrea la misma testificando la radical soledad del ser humano, su despliegue histórico desde la voluntad de poder y la “superación” de la soli­da­ri­dad (Nietzsche), su dislocación en el seno de la realidad cosmológica o natural (Des­car­tes), la ausencia de fundamento de la existencia humana (Heidegger), el des­en­­can­ta­miento ante lo real (Weber) o la falta de sentido de las orientaciones y de­ter­minaciones éticas o axiológicas (Kelsen).
El mundo moderno, considerado en cuanto a la dirección principal del proceso sociohistórico de los últimos cinco siglos que emerge desde Eu­ro­pa y se va proyectando por el globo, genera unas debilidades o incluso cierres que cons­ti­­tu­yen las fronteras en las que trabajar.

Fronteras de la modernidad

Visto este proceso desde nuestra altura his­tórica podemos avanzar una síntesis.
En primer lugar, alza la frontera de la trascendencia. Se termina absoluti­zan­­do el horizonte humano. El ser humano no puede sino afirmar su sole­dad y su des­arraigo. La dimensión de la religación a lo real es opacada. Las formas de inter­conexión son marginadas. Los caminos de la trascendencia o religiosos no son transitables.
En segundo lugar, alza la frontera de los otros. La modernidad afirma un úni­co modo de humanización, no ya para su sociedad matriz, sino como destino universal. La diferencia cultural no es sino algo a superar. Los individuos, blo­ques, se justifican en función de unos criterios normativos que tienen una vali­dez sólo ante su propio cuerpo social, aunque se enuncien bajo una forma universal. Los que se sitúan fuera de los círculos de inclusión y per­tinencia no impugnan la universalidad de su justificación. En la exterioridad de sus fronteras sociales y políticas se reconoce el reverso colonial, o de negación de la humanidad de los otros, de la modernidad hegemónica.
En tercer lugar, alza la frontera de lo otro del sujeto. El cuerpo, la naturaleza, es una frontera para el ser humano que tiene superar por el conocimiento y la do­­minación. Así, la dirección del estar humano en lo real, potencia la actividad sobre la pasividad. La proyección sobre la interdependencia. La manipulación o ex­plotación sobre el respeto y la escucha de lo otro. La naturaleza es recurso, no aquello que también nos constituye y somos.
Desde la formulación a par­tir de los análisis de Ignacio Ellacuría (1930-1989) en el seno del Equipo Je­sui­ta Latinoamericano de Reflexión Filosófica, podemos decir que:
La línea hegemónica que la Modernidad globalizada ha producido implica una ruptura de las relaciones humanizadoras y fundantes de los individuos-grupos-instituciones frente a los otros, la naturaleza y Dios.
En palabras de Ellacuría, “[e]ste horizonte cultural dominante, cuya matriz ex­plicativa se encuentra en la Ilustración, debe ser juzgado desde sus efectos ne­ga­­­tivos: Masa de personas excedentes, naturaleza saqueada y destruida, Dios fun­­cionalizado… Y de un modo global, ruptura de relaciones humanizadoras y fundantes”.

Reconstruyendo puentes

Esta situación tanto de indigencia como de necesidad de reconstrucción de la marcha de la humanidad en sus relaciones constitutivas y, consiguientemente, en la reducción de su identidad y riqueza antropológica, es aquello que constituye nuestro problema civilizatorio. Aquello a lo que las tradiciones están con­voca­das y que pueden y deben responder comunalmente.
El conocimiento de las opciones fundamentales que provocan esas carencias, invita a la recuperación y re­crea­ción de las me­jores posibilidades disponibles en función del discerni­miento sociohistórico pre­vio. Por ello, este conocimiento tiene que avanzar realizando una evaluación y relanza­mien­to de las tra­di­ciones culturales que pretenden reconstruir los ele­mentos dis­fun­cio­nales del vi­­­vir y del hacer humano. La búsqueda de alternativas tiene un carácter dialogal. Esta situación permite y exige también un diálogo entre los sa­beres culturales, religiosos y es­pi­rituales de la humanidad.
Juan Antonio Senent
entreParéntesis

jueves, 27 de julio de 2017

VALDIVIA: JÓVENES: TESTIMONIOS: LO QUE HEMOS APRENDIDO DE SAN IGNACIO


LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA EN JOSÉ MIGUEL GODOY




Para mi San Ignacio ha sido un personaje que ha estado dentro de mi vida desde muy pequeño, desde  épocas de pre escolar hasta mi partida en cuarto medio, mi alma mater, el  Colegio San Mateo,  me mostro más que la figura referente de un santo, mostró la imagen de un líder, una persona que estaba dispuesto al servicio y a la entrega total de los más pobres.
Un hombre que no solo cultivo el ferviente amor por Cristo y el servicio, sino también un creador de distintas formas con las cuales se puede alimentar  el espíritu, como Ejercicios Espirituales, o algo más cotidiano y de lo cual trato de practicar más a diario como lo es  una  Pausa ignaciana en donde me detenga a contemplar las gracias del día, las cosas por trabajar y no solo concentrarme en los sucesos negativos de la vida social y estudiantil diaria.
¿Cómo realmente pude hacer carne lo que me enseñaron sobre San Ignacio?
Mediante CVX, con personas  y referente que me enseñaron que se puede vivir una vida corriente sin hacer grandes sacrificios pero si con pequeños gestos que pueden marcar un cambio en el grupo social en que estemos inmersos.

Dentro de este movimiento pude conocer realidades distintas a la que uno está acostumbrado a vivir, a detenerme un momento durante el ajetreo de la vida diaria y contemplar lo que me rodea, a poner en práctica lo que tanto había escuchado…
Ver el concepto de solidaridad no como un concepto de donación, sino como entendimiento y empatía en el otro y  lo que más he hecho mío de esta enseñanza (…) es que se puede manifestar en la acción, en la ayuda, en el trabajo en terreno, en la compañía del hermano que lo necesite y siempre haciéndolo de la mejor forma que pueda.
Eso me da significado y de esa forma en grandes rasgos  ha contribuido san Ignacio en mi vida.- 
José Miguel Godoy E

SAN IGNACIO EN MI VIDA POR CONSTANZA CID VERA



San Ignacio fue una persona que marcó notablemente mi desarrollo espiritual, tomando como base todo lo que él nos dejó partiendo desde las reflexiones más simples hasta los EEEE, influyendo en nuestras vidas de tal forma que somos personas capaces de valorar a otros, el trabajo, la familia y a nosotros mismos como personas dispuestas al servicio de todos.
Es un ejemplo digno de seguir, entender e imitar en el amar y servir. 
Constanza Cid Vera
CVXj VALDIVIA

martes, 25 de julio de 2017

VALPARAÍSO: CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE SAN IGNACIO

La imagen puede contener: texto

Los invitamos a que celebremos este fin de semana a San Ignacio de Loyola, que su ejemplo de peregrinaje constante, de conversión permanente, y profundo amor traducido en grandes y pequeñas obras, nos aliente en nuestro andar tras los pasos de Cristo.

El sábado 29 a las 19.00 hrs tendremos la Eucaristía Comunitaria de la CVX y el Domingo 30 a las 12.00 hrs la Solemne Eucaristía de San Ignacio junto a toda la comunidad ignaciana de Valparaíso.

domingo, 23 de julio de 2017

Encuentros con la Palabra por Hermann Rodríguez sj “... pueden arrancar también el trigo”


Monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, Arzobispo emérito de Medellín, recordando el documento de Puebla, a propósito del conflicto que hemos vivido en nuestro país y del cual vamos saliendo poco a poco, decía en una entrevista: “la línea divisoria entre el bien y el mal pasa por el corazón de cada uno. No podemos decir: ustedes son los malos, nosotros los buenos”. Muy fácilmente, en medio de los conflictos humanos, tomamos posición y señalamos a los demás como los malos, sintiéndonos nosotros libres de toda culpa y como voceros de los ‘buenos’. Esto no sólo pasa en el ámbito sociopolítico, sino también en las relaciones cotidianas, corriendo el peligro de pensar que los problemas se solucionan desapareciendo al que piensa diferente. Desde luego, esta es una falacia de la que despertamos tan pronto eliminamos al primer ‘contrario’, porque más nos demoramos en hacerlo, que en surgir uno nuevo, mejorado.
La contradicción está sembrada en el corazón de nuestra propia existencia. Heráclito (ca. 540-480 a.C.), filósofo griego solía decir: “Pólemos, la guerra, es el padre de todas las cosas”. Y también afirmaba: “El camino de subida y de bajada es uno solo y el mismo”, queriendo recoger la percepción que él tenía de la realidad, en la cual están siempre presente los contrarios... Nuestra vida no es muy distinta. También en nosotros viven enfrentados el bien y el mal, y querer negarlo o eliminar totalmente la raíz de lo negativo, es muy arriesgado, porque se puede dañar también lo bueno.
Esto es, precisamente, lo que señala Jesús en la parábola del trigo y la cizaña. Dentro de cada uno de nosotros habitan fuerzas contrarias y vivimos, permanentemente, movidos por lo que san Ignacio de Loyola llama, el Buen Espíritu y el enemigo de natura humana. Por eso es muy importante discernir constantemente las mociones (los movimientos) interiores, que pueden manifestarse como pensamientos, sentimientos o sensaciones que tenemos frente a los acontecimientos cotidianos de nuestra vida.
Podríamos decir que el Reino de los cielos se parece a una madre de familia que le sirve a sus tres hijos un suculento plato de bocachico (pescado de los ríos de Colombia que tiene la característica de tener muchas espinas) para el almuerzo. El primer hijo opta por escarbar un poco el pescado y comerse sólo lo pulpito por miedo a las espinas. El segundo hijo, se come el pescado sin mucho cuidado y se atraganta con las espinas hasta que le tienen que dar un pedazo de yuca o de papa para que no se ahogue. Y el tercero, pacientemente, va masticando con cuidado cada bocado y va sacando a un lado las espinas, hasta que termina de comerse el delicioso bocachico que su mamá le ofreció.
En nuestra vida podemos tener una de estas tres actitudes. O esquivar siempre los obstáculos por miedo a las espinas; o comernos todo sin darnos cuenta de lo que nos puede hacer daño; o, finalmente, saborearla y degustar toda su riqueza, seleccionando bien cada bocado, para quedarnos con lo bueno, con lo nutritivo, con lo que nos alimenta, sin despreciar nada de lo que Dios nos brinda con amor, pero sin tragarnos el veneno y la cizaña que no se pueden eliminar completamente de nuestra vida.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Encuentros con la Palabra
RD

lunes, 17 de julio de 2017

Algo para pensar y orar en esta semana


La imagen de la madre

El Guardaparque me informa que, cuando una cebra nace, al principio tropieza con sus patitas, y luego corre alrededor de su madre. Es una forma natural de fortalecer rápidamente esas débiles patitas, para poder arrancar de los que puedan amenazarlo.
Pero luego, exhausto, el recién nacido colapsa y queda de espalda, sólo contemplando a su madre, a veces por horas. Pienso que todo es muy simpático. Pero esto es muy importante: el recién nacido está memorizando el dibujo de la piel de su madre.
¡Imagínalo! Cada cebra de este planeta posee una piel dibujada en forma única. Al memorizarlo, se crea el primer acto de unión, su primera defensa para el caso que perderse en la manada.
Margaret Silf
Espacio Sagrado